Los 10 Errores Más Frecuentes en Tus Relaciones Sociales

Seguramente no seas consciente de ello, pero muchas veces tú mismo boicoteas tus propias relaciones sociales.

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Un buen entorno social es beneficioso para la salud mental en general, pero a menudo somos nosotros mismos los que hacemos todo lo posible para estropear una interacción. Y ni siquiera lo sabemos.

¿Quieres una buena noticia? A diferencia de atributos como la altura, el color los ojos o el tamaño de los pies, no se nace con unas habilidades sociales determinadas. Se aprenden practicando y sobretodo, equivocándose.

En este artículo te voy a listar los que a mi juicio son los 10 errores más habituales pero menos conocidos de las relaciones sociales. Y sí, todos los cometemos.

1. Relacionarlo todo contigo

¿Conoces ese tipo personas que después de que termines de hacer un comentario inmediatamente lo relacionan con ellas?

Por estadística es bastante posible que tú pertenezcas a ese grupo, pero te animo a que la próxima vez que hables con tus amigos te fijes en ello. Lo que suelen hacer es lo siguiente:

Tú: Estoy pensando en comprarme una moto.

Tu interlocutor: ¿De verdad? Yo la semana pasada también estuve mirando motos. Probé una custom coreana y me pareció genial. El tipo de la tienda me dijo que era una ganga y que no podría encontrarla a un precio mejor, pero esta semana terminaré de decidirme. ¿Conoces a mi amigo Antonio? Él tiene una de esas.

Llevada a un extremo ésta sería una clara conducta narcicista. Personas a las que les encanta escucharse a sí mismas pero que en muchas ocasiones esconden una gran inseguridad: como no saben escuchar y nadie les hace cumplidos para reforzarles la autoestima, lo hacen ellos mismos.

¿Pero por qué a la gente le gusta tanto hablar sobre sí misma?

La respuesta científica es sencillamente porque da placer. Se ha demostrado a través de un estudio con resonancia magnética que hablar de uno mismo activa las áreas de recompensa del cerebro. Las mismas que se activan con la comida, drogas o sexo.

Consejo: Si te descubres a ti mismo haciéndolo, detente y vuelve a centrar tu atención hacia tu interlocutor. Quizás te estés privando de cierto placer, pero le darás la oportunidad de hablar de él mismo y sentirse bien, y las emociones se asocian a personas y situaciones. En este caso asociará estar contigo con sentirse bien, y eso beneficia vuestra relación.

2. No revelar información privada

Revelar información personal, al contrario de lo que mucha gente cree, puede ser muy útil en un primer contacto para favorecer el apego y la creación de nuevos vínculos sociales. Incluso se ha demostrado en un metanálisis que dar información algo más privada fomenta el agrado entre personas.

En un primer contacto a la gente le cuesta abrirse, en parte porque no está acostumbrada a hacerlo y en parte porque cree que la otra persona pensará cosas raras de ella. Pero la realidad es que hablar de tus hobbies o pasiones y sobretodo, de lo que sientes haciéndolos, creará vínculos más estrechos con tu interlocutor. No lo desaproveches.

No hablar de tus debilidades e intentar mostrarte demasiado perfecto también es negativo. En un estudio científico realizado con 80 mujeres se demostró que cuando al inicio de una relación el chico confesaba algún error del cual había sido culpable resultaba más atractivo que cuando el asunto se hablaba una vez avanzada la relación.

Este hecho también va en contra de las creencias de mucha gente que intenta no mostrar ninguna vulnerabilidad al inicio de las interacciones sociales. Inconscientemente lo que están haciendo es poniendo piedras en su propio camino.

Consejo: Confiesa alguna debilidad tuya al inicio y resultarás más cercano y atrayente. Por ejemplo, si estás en un evento con mucha gente y estás nervioso, puede ser muy útil que seas sincero y digas a la persona que acabas de conocer que este tipo de eventos te hacen sentir algo incómodo. Sin embargo no te excedas. Demasiada apertura emocional puede ser contraproducente.

3. Hacer demasiadas preguntas cerradas

Éste probablemente sea uno de los errores más comunes en las conversaciones. Las preguntas cerradas provocan que los diálogos no fluyan y que se creen momentos de silencio en los que nadie sabe qué decir o cómo continuar.

Las preguntas cerradas son las que se pueden contestar habitualmente con un sí o un no, cómo por ejemplo “¿Te gusta la música rock?” o “¿Te sabes la letra de todas las canciones?“.

Por el contrario, las preguntas abiertas dejan un campo de respuestas mucho más amplio donde tu interlocutor te proporcionará información adicional para continuar con la conversación o formular una nueva pregunta relacionada.

Lo más práctico es que intentes acostumbrarte a lo siguiente:

  • Usar más preguntas que empiecen por QuéCómoCuálDónde o Por qué
  • Usar menos preguntas que empiecen por el pronombre Te (¿Te gusta…?) o por un verbo(¿Viajarías a…?)

Consejo: Para que la conversación fluya, intenta preguntar Por qué Cómo para profundizar en las primeras respuestas de tu interlocutor.

4. Evitar tocar a la persona con quien hablas

Aunque en nuestra sociedad occidental el contacto físico no es tan problemático como en otras sociedades, mucha gente todavía encuentra barreras para hacerlo e incluso lo evita. No resulta extraño tener una larga y apasionada conversación con alguien sin que al final de la misma no haya exisitido ningún tipo de contacto físico entre ambos.

Si bien es cierto que cuando nos tocan en un entorno o de un modo que no corresponde nos puede parecer extraño e incluso violentar, la verdad es que el contacto físico sutil tiene muchas ventajas. Aquí te mostraré sólo dos:

  • Tocar sirve para apoyar tus emociones. Como se demostró en este estudio, el contacto sirve para expresar una gran variedad de emociones. Si no tocas en absoluto, a tu interlocutor le costará más empatizar contigo.
  • Tocar también sirve para resultar más atractivo. En este estudio realizado en hombres y en este otro en mujeres se demostró que un ligero toque incrementa el agrado y aumenta las posibilidades de conseguir el teléfono de alguien que acabas de conocer.

Consejo: no evites el contacto. Utiliza el toque sutil sobre el hombro o la parte superior del antebrazo de tu interlocutor para apoyar tus emociones y mejorar la comunicación, pero no te excedas o resultará incómodo.

5. No preguntar su nombre al principio

Otro error clásico. Cuanto más tiempo pases hablando con alguien sin conocer vuestros nombres, más extraño os parecerá tener que hacerlo.

¿No te parecería raro estar una hora hablando con alguien y tener que parar de repente para preguntarle cómo se llama? Como si hubieras estado hablando con un anónimo hasta entonces. Incluso puede dar la falsa sensación de falta de respeto.

Daros los nombres cuanto antes tiene dos ventajas principales:

  • Si él sabe tu nombre dejas de ser un desconocido. Pasas a tener nombre y con eso confiará más en ti, por lo menos inicialmente.
  • Si tú sabes su nombre puedes llamarlo por él, de la misma forma en que por ejemplo lo hacen sus amigos y círculo social. De nuevo, generas más confianza. Y además cuando alguien oye su nombre obtiene placer, y ya sabes que las emociones se asocian.

En este artículo encontrarás información sobre cómo conseguir saber el nombre de alguien lo antes posible.

Consejo: no tardes demasiado en presentarte y preguntarle su nombre. Que ambos conozcáis vuestros nombres sólo tiene ventajas.

6. Olvidarte de sonreír

Otro error muy básico pero no por ello poco frecuente. No dejo de encontrarme con gente interesada en mejorar sus habilidades sociales que son incapaces de esbozar una sonrisa frente alguien.

La sonrisa tiene una función social tan importante que me reservo dedicarle un especial en poco tiempo. Pero para empezar a abrir boca, permíteme avanzarte tres funciones demostradas científicamente de la sonrisa:

  1. Incrementa la confianza de los demás en ti. Una sonrisa genuina comunica que alguien es de fiar, y envía el mensaje de que la gente puede apoyarse en ti. En un estudio de 2007, la gente que sonreía recibió mayor puntuación en extroversión y generosidad, y se demostró que esbozamos más sonrisas cuando estamos ayudando a otros.
  1. Hace que los demás quieran cooperar contigo. Concretamente un 10% más, como se comprobó en este estudio sobre cooperación económica.
  1. Aumenta tu atractivo. En una investigación de 2010 se demostró por resonancia magnética que ver una cara atractiva activaba el córtex orbitofrontal, uno de los centros de recompensa. Si dicha cara sonreía, esa región cerebral todavía se activaba más fuertemente.

Consejo: Recuerda que todo esto funciona cuando la sonrisa se percibe como sincera (sonrisa de Duchenne). En cualquier caso es buena idea sonreír cuando conoces a alguien, pero vigila de no quedarte con esa expresión en tu cara todo el rato o te saldrá el tiro por la culata.

7. Cruzarte de brazos

Éste es otro de los errores más habituales. Curiosamente lo he visto mucho en gente “experta” en habilidades sociales, por lo que debe ser realmente difícil evitar el impulso de cruzarse de brazos.

Como quizás ya sepas, protegerse el torso cruzando los brazos es una postura defensiva que se asocia con inseguridad y desconfianza. Es una tendencia muy habitual cuando conoces a alguien, ya que no sabes nada de esa persona y de inicio estás un poco a la expectativa de sus reacciones. Por eso cruzas los brazos sin siquiera darte cuenta, porque tu inconsciente está evaluando lo desconocido.

Mucha gente argumenta que se siente más cómoda cuando cruza los brazos. ¡Por supuesto que cualquier postura es más cómoda cuando encaja con la actitud de uno mismo! Si estás nervioso, desconfías o a la defensiva, cruzas los brazos te parecerá confortable. Y si no fíjate en como los tienes cuando te lo pasas bien con los amigos.

Cuando tú te cruzas de brazos porque te resulta cómodo también mandas un mensaje a la otra persona. De hecho se lo mandas a su inconsciente: en su foro más interno verá que has adoptado una postura defensiva y que lo estás evaluando, lo que a su vez provocará la misma reacción en él.

  • En un estudio clásico se observó que cuando alguien se cruza de brazos proyecta una imagen mucho menos empática y más fría que si muestra una postura más abierta.
  • En otro estudio que aparece en el libro El lenguaje del cuerpo y realizado con más de 1.500 estudiantes se determinó que, si permanecían con los brazos descruzados mientras escuchaban una conferencia, su nivel de atención y de memoria se incrementaba en un 38%, y su opinión sobre el ponente también mejoraba.

Consejo: aunque te cueste y no te parezca “natural” intenta permanecer con los brazos cruzados el menor tiempo posible cuando quieras causar una buena impresión en alguien. Si quieres mostrar rechazo, crúzalos.

8. Apuntar con los pies hacia otro lado

Éste es uno de los fallos menos conocidos pero más importantes, porque los pies reevelan muchísima información. Mucha gente se olvida de que existen los pies y que además tienen un papel importantísimo en la comunicación no verbal.

La teoría dice que cuanto más lejos esté alguna parte de tu cuerpo de tu cerebro, menos control racional tendrás sobre ella. Por eso la gente muy alta suele ser patosa.

En este caso, los pies son la parte más alejada y es nuestra mente irracional o primitiva la que los controla en mayor medida. A pesar de que solemos centrarnos en la parte superior del cuerpo, los pies son unos claros indicadores de nuestras emociones internas. Como también son poco visibles, la gente no se preocupa tanto de disimular lo que dice su lenguaje no verbal.

Personalmente, tengo una prueba del algodón definitiva: si no tengo claro cuál de mis amigos le gusta a una chica, me fijo en dónde apuntan sus pies cuando está con ellos. Por un par de veces que me he equivocado ha habido decenas en las que, efectivamente, el chico al que apuntaban era el que le gustaba.

De forma parecida, cuando te acerques a un grupo de personas y te reciban encarando sus torsos hacia ti pero no los pies, es que seguramente no quieren que te unas a la conversación. Y si cuando estás hablando con alguien su pie más adelantado señala la puerta suele significar que tiene ganas de irse y dar por terminada la conversación.

Consejo: Si quieres que alguien sienta que tiene tu plena atención, dedica un minuto en pensar qué estás haciendo con tus pies. La gente más carismática dedica su atención a sus interlocutores y su postura no revela que no desean estar allí.

9. No hablar de lo que sientes

 Seguramente hay ocasiones en que las personas dicen cosas que te chocan o sorprenden. “¡Se atrevió a decirme que el vestido me quedaba mal sin ni siquiera conocerme!” es un ejemplo de lo que puede ocurrir perfectamente si no usas la comunicación emocional.

En este artículo totalmente dedicado a la comunicación emocional comprenderás por qué hablando de tus emociones la gente se vincula más contigo y tus mensajes no podrán ser malinterpretados o molestos para nadie.

Esto es especialmente importante en aquellas personas que se conocen como analfabetas sociales. ¿Sabes de alguien que no despierte simpatía en sus amigos y que habitualmente diga cosas fuera de lugar o molestas? Ésta es la clase de gente que no utiliza la comunicación emocional y habla como si dictara sentencias: “Esto es as픓estás equivocado”“tú eres tal”, etc. Por eso generan tanto rechazo.

Consejo: Si quieres multiplicar tus habilidades sociales, utiliza la comunicación emocional y deja de dar tus opiniones como si fueran la verdad absoluta. Habla de tus sentimientos y de lo que crees.

10. No cortar una conversación que muere

Imagínate la siguiente situación: has conocido una persona en la fiesta de cumpleaños de un amigo, conectáis bien y os pasáis un buen rato hablando. De hecho estáis conversando casi dos horas. Le cuentas quién eres y ella hace lo propio.

Pero poco a poco tenéis menos cosas que contaros y los momentos de silencio empiezan a sucederse con más frecuencia. Ves que ella incluso mira hacia alrededor, como intentando enterarse de lo que ocurre fuera de vuestra charla.

¿Te suena alguna situación parecida? Pues éste es un momento crítico de cualquier relación social. Normalmente, el último recuerdo que tenemos de algo predomina sobre el resto, y si en los últimos 20 minutos de una conversación el ritmo decae y se vuelve monótona, esa será una sensación que tu interlocutor se llevará a casa.

Esto es algo que le ocurre a muchísima gente. Han disfrutado e invertido tanto en la conversación que les parece raro darla por terminada porque creen que  sería como decir que no están a gusto y quieren marcharse, así que la alargan hasta que se vuelve aburrida y la fiesta se acaba o cierran la cafetería.

Consejo: Si el último recuerdo es el que prevalece, lo ideal es que des por terminada una conversación cuando todavía tiene ritmo y diversión. Excúsate diciendo que te lo has pasado genial pero tienes otras cosas que hacer, y que te gustaría continuarla en otro momento. La otra persona esperará con más ganas vuestro próximo encuentro.

http://habilidadsocial.com/10-errores-relaciones-sociales/

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